17 dic 2012

Lo indescriptible






30 de mayo 
Cuanto te dije hace poco de la pintura, pude también aplicarse sin la menor duda a la poesía. no consiste más que en reconocer lo bello y atreverse a expresarlo, aunque tal vez esto sea exigir mucho con pocas palabras. 
He presenciado hoy una escena que podría representarse como el más bello idilio del mundo. pero ¿a que vienen estas palabras de poesía, idilio? ¿será necesario caer en la pedantería cada vez que pretendamos describir un espectáculo de la naturaleza? 
Si a causa de este preámbulo crees que te espera algo grande y magnífico, te sentirás defraudado una vez más. Porque quien ha despertado en mi tan vivo sentimiento es un aldeano. Es probable que, me expresare mal, y tú, también como sueles, me hallarás exagerado. es Welheim, siempre Walheim, la que provoca tantas maravillas. 
Bajo los tilos se habían reunido unos vecinos en tertulia para tomar café. no me complacía su compañía y halle un pretexto para mantenerme alejado. Un joven campesino salió de una casa cercana para reparar alguna cosa del arado que dibuje no hace mucho. Me agradó su aspecto y me aproxime para hacerle algunas preguntas respecto a su ocupación. nuestra conversación no tardo en hacerse amistosa y, tal como suele pasar con estas buenas gentes, intimamos. Me explico que trabajaba de jornalero para una viuda, que entendí al momento que se había entregado a ella en cuerpo y alma. 
-Ya no es joven- me dijo-. Fue muy desgraciada con su primer marido y no desea volver a casarse.
Era tan patente en todo cuanto dijo: lo hermosa y atractiva que resultaba a sus ojos, lo que deseaba ser elegido para borrar los agravios del primer marido, que debería repetirte sus palabras una por una para que comprendieras la pureza de su inclinación, al amor y la felicidad de aquel hombre. Si tendría que estar dotado del talento del mas grande de los poetas para reflejar la expresión de su rostro, la armonía de su voz, el el fuego escocido en sus miradas. ninguna palabra podría pintar la ternura que traslucían sus ojos, todo su ser. Lo que pudiera yo explicarte resultaría feo o tosco. Me emocionó de sobremanera su emir a que yo interpretase mal sus relaciones con ella, que dudase de lo irreprochable de su conducta. Solo en lo mas intimo de mi corazón puedo reproducir otra ve el placer que me procuró escuchar su descripción de la figura y los atractivos de esta mujer que, aun privada de los atractivos de la juventud, le seducían y le cautivaban irresistiblemente. Nunca había visto un deseo tan ardiente unido a tanta pureza de intención, nunca imaginada, soñada siquiera. No me eches en cara que me siego languidecer al recordar tan puro amor, tanta inocencia, que me persigue por todas partes la imagen de esa felicidad y esa ternura, que me consumo lentamente como abrazado en el mismo fuego. 
Deseo verla cuanto antes. Pero no, mejor será no hacerlo. prefiero verla a través de los ojos de su enamorado. ¿Para que destruir tan hermosa imagen? Quizá a mis ojos no parecería tan bella como es ahora. 

Johann W. Von Goethe 

11 dic 2012

Los albañiles



           En el terreno han tirado los reventones, han abierto las cepas, las han apisonado. El haz de varillas que corren horizontales hasta su primer quiebre a cuarenta y cinco grados, que bajan diagonalmente y recobran la horizontal poco antes de terminar violentamente dobladas en los ganchos de anclaje, esperan a las 11 de la mañana el visto bueno del ingeniero. A las doce el concreto cae de uno y otro bote en los extremos de la trabe de cimentación. Las palas se mueven empujando la masa plástica de grava arena-cemento-agua hacia el centro, repartiéndola en capas iguales, mientras con un trozo de varilla Jacinto la bate para impedir el fraguado prematuro, para acelerar el acomodo de la grava. El último bote arroja su carga. 

fragmento de Los Albañiles novela de Vicente Leñero